La palabra esquizofrenia es un neologismo inventado por el famoso psiquiatra suizo Bleuler en 1912. Viene del griego, y su significado es “mente/separada“. Para la mayoría de los mortales, cuando oyen la palabra esquizofrenia, se ponen en guardia y se les encienden todas las alarmas, al asociarlo con personas peligrosas, locas, con doble personalidad y capaces de cometer cualquier acto inimaginable. Así es como surgen, las creencias estigmatizadoras hacia esas personas que tanto sufren y hacen sufrir.
El problema del diagnóstico
Los psiquiatras con experiencia estarán de acuerdo conmigo, en que la esquizofrenia es una especie de “cajón de sastre” donde caben muchos síntomas; ansiedad, depresión, alucinaciones, trastorno bipolar, comportamiento antisocial, fobias, obsesiones, paranoia, trastornos del pensamiento y algunos más. El paciente diagnosticado como tal, puede tener uno o varios de estos síntomas con mayor o menor severidad, pero lo que es bastante improbable, es que alguno de ellos encaje a la perfección en uno solo de esos “cajones diagnósticos“.
¿Cual es la causa de la esquizofrenia?
Cuantas veces me habrán preguntado a lo largo de mi vida profesional, por la causa de esa enfermedad: ¿Doctor, es un problema químico? ¿Se debe a la educación que he recibido? ¿El problema reside solo en mi mente? ¿Es genético?, etc. Cada vez existen más pruebas en avalan que la mayoría de las personas diagnosticadas como esquizofrénicas, tienen predisposiciones o desequilibrios bioquímicos, que a veces han sido provocados por sucesos traumáticos en su vida.
¿Qué papel juega el aparato digestivo?
Ya he hablado en un artículo anterior, sobre la importancia de la flora intestinal para la salud mental. Fue a finales de los años 70, cuando se descubrió que la caseína de la leche y el gluten de los cereales, pueden convertirse en opiáceos en el sistema digestivo y ser absorbidos en la sangre, pasando al cerebro con unas consecuencias nefastas para la persona. Estos opiáceos – altamente tóxicos–, fueron detectados en la orina de pacientes esquizofrénicos y en personas con enfermedades autoinmunes, depresión e incluso en niños autistas.
Es un hecho, que muchos pacientes esquizofrénicos desarrollan los primeros síntomas psicóticos en su adolescencia, y es bastante común, descubrir que en su niñez han padecido algún tipo de anomalías en su flora intestinal; que les ha conducido a deficiencias nutricionales, inmunidad debilitada, problemas digestivos, alergias, episodios asmáticos e hiperactividad entre otros.
Actualmente, existen muchas líneas de investigación que apuntan en la dirección en que las manifestaciones psicóticas son una progresión de problemas físicos en el cuerpo del niño, y no una enfermedad que aparece de la nada
De lo anterior, podemos deducir que con estos pacientes, no nos vamos a equivocar si además de otros recursos terapéuticos, nos concentramos en tratar su aparato digestivo; para que su intestino pase de ser la principal fuente de toxinas, a ser la principal fuente de alimentos, como se supone que debe ser.
Según esto, cuando desaparezcan en estos pacientes, las deficiencias nutricionales y la toxicidad, los síntomas psicóticos deberán mejorar e incluso, en algunos casos, pueden llegar a desaparecer.
De ninguna manera estoy diciendo que la esquizofrenia se deba exclusivamente a una deficiencia nutricional, lo que si estoy diciendo, es que el conjunto de desequilibrios bioquímicos que hace que una persona sea diagnosticada de esta enfermedad, puede minimizarse y en muchos casos corregirse con la ingesta correcta de nutrientes.
¿Qué pasa con los medicamentos?
Partiendo de la base de “ni medicación para todo, ni medicación para nada“, los fármacos antipsicóticos (neurolépticos) son herramientas muy útiles y necesarias en determinadas circunstancias, sin olvidar que producen una larga lista de efectos secundarios y, que en esencia, son tóxicos.
Aunque desde la perspectiva de la psiquiatría ortomolecular, la desintoxicación del paciente a través del tratamiento nutricional es básico, hay que tener especial cuidado en la supresión brusca de la medicación, porque hay suficientes evidencias clínicas, que demuestran que los fármacos antipsicóticos deben ser suspendidos muy lentamente, para evitar la aparición de un síndrome de abstinencia grave.
En función del tiempo, y de las dosis de medicaciones que haya estado tomando el paciente con esquizofrenia, el periodo de supresión farmacológica puede variar entre meses o incluso años, puesto que como ya expliqué al hablar del papel de los aminoácidos en las funciones cerebrales, el cerebro humano necesita de un periodo aproximado de 2 años para recuperarse metabólicamente del todo.
Los síntomas más habituales que suelen presentarse en el periodo de abstinencia de estos pacientes, son: vómitos, náuseas, cambios de humor, dolores de cabeza, alteraciones del sueño y en general gran fatiga. En no pocas ocasiones, el comportamiento extraño, asocial e inhibido de muchos de ellos, es atribuido a su enfermedad, – con el peligro de ser etiquetados de enfermos crónicos–, cuando lo más probable, es que todo ello se deba al uso prolongado y excesivo de las diferentes medicaciones.
El camino del tratamiento nutricional
Los doctores Carl Pfeiffer y Abram Hoffer, fueron los pioneros en los tratamientos personalizados para pacientes con esquizofrenia, a base de dietas y suplementacion. Sus porcentajes de curaciones, llegaban al 90 por ciento de los casos de esquizofrenia aguda (pacientes diagnosticados con no más de 2 años de enfermedad), mientras que en aquellos pacientes que habían recibido fuertes dosis de medicación durante mayor tiempo, los resultados no fueron tan espectaculares.
El tratamiento nutricional de los pacientes diagnosticados de esquizofrenia, debe basarse en estos tres pilares, que explicaré en posteriores artículos:
1.- Desintoxicación y cambios en el estilo de vida
2.- Dieta
3.- Suplementación
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