“Este libro es incómodo porque arrebata al ser humano el recurso de utilizar la enfermedad a modo de coartada para rehuir problemas pendientes. Nos proponemos demostrar que el enfermo no es víctima inocente de errores de la Naturaleza, sino su propio verdugo. Y con esto no nos referimos a la contaminación del medio ambiente, a los males de la civilización, a la vida insalubre ni a “villanos” similares, sino que pretendemos situar en primer plano el aspecto metafísico de la enfermedad. A esta luz, los síntomas se revelan como manifestaciones físicas de conflictos psíquicos y su mensaje puede descubrir el problema de cada paciente”
Cuando leí por primera vez el pasaje donde dice que ” … el enfermo no es víctima de errores de la Naturaleza, sino su propio verdugo”, quede muy impresionado. Había algo en esa frase que resonaba dentro de mi, pero carecía de la experiencia necesaria para validarla. Hoy, veinte años después, SE que esa afirmación es cierta, y lo sé porque la he confirmado en mi experiencia personal, y en mi práctica profesional.
Se suele decir que hay libros que siempre son actuales,y que cada vez que los releemos descubrimos algún pasaje que nos vuelve a sorprender. Es obvio qué lo que está escrito no cambia. Los que cambiamos somos nosotros, y son nuestras experiencias vitales, las que nos permiten descubrir nuevos significados.
A libros como este, les llamo “libros semilla”, porque son libros que “crecen” con el tiempo. Llevan en sí, la potencialidad de una semilla que bajo condiciones apropiadas, dará sus frutos. Frutos que se manifestaran en forma de expansión de la conciencia y crecimiento interior.
Siguiendo con el prólogo, se puede leer:
“No se trata de un libro “científico”, escrito como una disertación. Está dedicado a las personas que se sientan dispuestas a caminar en lugar de sentarse a la vera del camino, a matar el tiempo con malabarismos y especulaciones gratuitas. El que busca la luz no tiene tiempo para cientifismos, sino que aspira al Conocimiento. Este libro suscitará muchos antagonismos, pero esperamos que llegue a manos de aquellos que (sean pocos o muchos) puedan utilizarlo de guía en su caminar. ¡Sólo para ellos lo hemos escrito!”
Los autores han sido capaces de vincular muy bien la medicina a la espiritualidad, por lo que merecen formar parte de ese amplio grupo de creadores, que han ido dando cuerpo a la llamada medicina espiritual. Como he comentado en anteriores post, la medicina espiritual es ya la tercera gran revolución de la medicina, después de los antibióticos y la cirugía.
Finalmente, quiero subrayar que es especialmente aconsejable leer la primera parte del libro, donde se habla de las condiciones teóricas para la comprensión de la enfermedad y la curación. Son noventa hojas repletas de sabiduría que no tienen desperdicio. Espero que lo disfrutéis tanto como lo hago yo.
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